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​<< El tratamiento preventivo temprano es mucho más eficiente y menos costoso  que el tratamiento tardío de las discapacidades >>.
1. Programa de Neurohabilitación Katona​


Katona es un método diagnóstico y terapéutico diseñado para ofrecer la posibilidad de un abordaje clínico oportuno, desde una perspectiva preventiva, cuyo objetivo principal es minimizar las secuelas derivadas de la lesión cerebral en recién nacidos y lactantes en riesgo de daño neurológico.  
 

Éste programa permite habilitar funcionalmente capacidades psicomotoras mediante la repetición temprana e intensiva de patrones elementales sensoriomotores del desarrollo, los cuales, son un grupo de conductas complejas, congénitas, no reflejas y propias del ser humano. Además, se ha observado que estos procedimientos pueden servir para corregir las condiciones anormales (como hemiparesia, cuadriparesia, doble hemiparesia, hipotonía central, etc.), durante los primeros cuatro a ocho meses de vida, además, pueden facilitar la conducta de atención y el contacto activo con el medio, a través de la retroalimentación sensoriomotriz durante el entrenamiento motor de la neurohabilitación, por medio de la relación existente entre los sistemas visuales y auditivos durante el entrenamiento (Porras-Kattz y Harmony, 2007).

​2. Evaluación del Neurodesarrollo

 

La finalidad es vigilar el desarrollo del niño(a) y detectar posibles dificultades o alteraciones. Se realiza con una batería de pruebas del desarrollo o neuropsicológicas. Incluye lo siguiente: 

  •  Historia clínica: se realiza una historia clínica extensa que va desde el embarazo hasta la edad actual, con la finalidad de obtener información sobre cómo ha sido el curso de vida del niño, su funcionamiento en su sistema familiar, con su grupo de pares; saber el motivo de consulta y las preocupaciones paternas y escolares; conocer si logró los hitos del desarrollo en las edades esperadas, etc.  

  • Valoración neurológica: a través de una serie de maniobras se valora el tono y fuerza muscular, la postura, el equilibrio, la coordinación y la armonía del movimiento con la finalidad de observar el funcionamiento y maduración del sistema nervioso central (cerebro) y descartar alguna patología o trastorno de origen neurológico. 

  • Valoración del neurodesarrollo: a través de una batería de pruebas se valora el nivel actual de desarrollo logrado o alcanzado por el niño en sus diferentes áreas (lenguaje, motricidad, cognición, socioemocional y adaptativo) detectando fortalezas y debilidades, y en algunos casos cuando sea pertinente se brinda un posible diagnóstico.  
    Esta valoración es ideal para aquéllos casos donde se sospecha de algún tipo de retraso o inmadurez, sobre todo para aquéllos niños donde se observa que su desarrollo es menor a comparación de su grupo de pares.  

  • Valoración neuropsicológica: tiene la finalidad de comprender el funcionamiento de las distintas áreas y sistemas cerebrales a través de la valoración de las capacidades cognitivas. Se realiza cuando se observa que la memoria, atención o el razonamiento se encuentran alterados, por ejemplo: hiperactividad, pobre control de impulsos, dificultades para concentrarse, pobre organización, percepción visoespacial alterada, dificultades en el lenguaje receptivo-expresivo, etc.  Ésta valoración nos permite identificar áreas o funciones específicas alteradas y diagnosticar trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, entre otros.

3. Estimulación Temprana


Con base en los resultados obtenidos en la valoración del neurodesarrollo, las preocupaciones paternas y de la observación del niño al momento de la valoración, se crea un plan de estimulación temprana individualizado, donde se trabajan las áreas del desarrollo que se muestran rezagadas a través de actividades lúdicas y estimulantes.  La finalidad es potencializar el desarrollo en todas sus áreas (cognitiva, motricidad gruesa y fina, social y lenguaje receptivo y expresivo). Se trabaja de forma individual o en pares, 50 minutos por sesión y una vez a la semana. 

4. Intervención Temprana​


A partir de los resultados obtenidos en la valoración del neurodesarrollo, de las preocupaciones paternas y escolares y de la observación del niño al momento de la valoración, se crea un plan de intervención individualizado, donde se trabajan las funciones o áreas del desarrollo que se muestran alteradas a través de actividades lúdicas y estimulantes.  La intervención temprana se trabaja de manera individual (el niño y la terapeuta), una hora por sesión y una sesión a la semana.  
 

Mediante la intervención, se pueden revertir los efectos de aquéllas funciones alteradas y con ello, mejorar los procesos del niño para evitar deserción escolar y mejorar su rendimiento a corto y largo plazo.

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